¿Usted es artista?

¿Usted es artista? ¿No? Pase y vea, que es gratis.

En la Argentina que vivimos hoy se encuentran muchas personas que se consideran artistas. Músicos, actores, directores, dramaturgos, son alguno de ellos. Podríamos clasificarlos en categorías. Está el artista como punta de una pirámide. Luego podemos encontrar a los músicos, actores, etc., ubicándolos en la categoría de “instrumentos del arte”, y por último, podemos hablar de las personas que, sin ser ninguna de las dos categorías anteriores, se creen artistas o instrumentos del arte, llámense “golondrinas”, o, preferentemente, “chantas”. De ellos específicamente me referiré en este artículo.

¿Cualquiera que toma un instrumento y lo aporrea es músico, o artista? No, claramente. Y sin embargo, son los que más abundan. Cientos de bandas peleando por un lugar, pocos músicos, y mucho menos artistas. Al recorrer disquerías, encontramos un 90% de “música” realizada por gente que pretende cantar o tocar un instrumento. En el arte dramático pasa lo mismo. Vamos a ver teatro, miramos un película, o encendemos la televisión (copada por programas culturales como el de Marcelo Hugo Tinelli) y vemos una mediocridad en actuación, guiones y hasta direcciones, que abruma. Pero ¿porqué llegamos a esos extremos? ¿El medio fue invadido por gente que poco tiene que hacer en el arte? En parte sí. Pero todo es una escala de responsabilidades.

En la música, para que una persona saque un disco, o se suba a un escenario, sabiendo que esto implica una responsabilidad como comunicador social, existe un productor, manager o promotor que se encarga de ubicarlos en ese rol. ¿Y quiénes son estos productores, promotores o managers? Personas que también, en general, no entienden de arte pero con un cierto poder, que los pone como impositores de las tendencias musicales. En el arte dramático (pensemos en cine, tele, etc.) quienes están encargados de elegir la gente que trabaja son los productores o directores: personas que, al igual que en la música, no están a la altura de las circunstancias. Entonces nos encontramos con el problema. El medio está manejado por gente que podríamos ubicar en la tercer categoría. ¿Pero por qué deberían ser artistas si el rol de ellos es otro? Quizás no deban ser artistas, pero deben entender de arte. Y ahí se crea otra confusión, la del rol de los críticos.

Después de llegar a esta conclusión, pienso: ¿la gente que saca un disco, toca en un escenario, se sube a actuar o lo hace en un medio de difusión, no se da cuenta de sus limitaciones? Seguramente. Pero el problema radica en el pensamiento argentino “si ese trabaja, ¿por qué no puedo hacerlo yo?” o “soy re vivo”. En general hay un problema de concepto al pensar que el medio artístico es un medio rápido para sacar provecho económico. Por lo tanto, vemos mucha gente “de paso” tomándolo como un “trabajo que me permite estudiar”. Entonces vemos actores que no lo son, músicos que no lo son, directores que no saben dirigir, guionistas que no saben escribir, etc. Es la tentación de la popularidad y la fama.

De esta forma se constituye el medio “artístico” del cual ya dudo de su condición. Lo que no nos damos cuenta es que, además de estar agrediendo, y bastardeando al arte, estamos destruyendo la cultura, algo que es fundamental para una comunidad, un país y el mundo mismo. Entonces sería bueno, dejar egos de lado y ubicarnos en los lugares que nos debemos ubicar, y no colaborando con esta muerte lenta y segura de la cultura. ¿Pido mucho? Puede ser, pero considero que si cada uno no es honesto con sus limitaciones y posibilidades, jamás vamos a tener el mundo que soñamos tener. Y eso pasa por una decisión personal. Superar las imposiciones, las avivadas y ser honestos. El médico cura gente, los jueces hacen respetar las leyes, el maestro enseña y forma personas, y los artistas dan arte y cultura, no mezclemos roles, porque ya estamos en serios problemas.

Nicolás Strok

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