Copi: AMOR Y POLÍTICA

Raúl Damonte nació en Buenos Aires en 1939 (en El baile de las locas se lee: “me llamo Raúl Damonte, pero firmo Copi porque así me ha llamado siempre mi madre, no sé por qué”), en el seno de una familia llamada a brillar en la cultura criolla. Su madre era la hija menor de Natalio Botana, el fundador y propietario del diario Crítica, casado con Salvadora Onrubias, anarquista feminista, escritora y dramaturga que tuvo, aparentemente, una importancia decisiva en la formación del joven escritor. El padre, Raúl Damonte Taborda, tuvo una prominente actuación política. De hecho, los Damonte se exiliaron en el Uruguay tras el ascenso de Perón, con el que Raúl padre rompió relaciones luego de haber sido su hombre de confianza. También vivieron en París, donde Copi hizo su bachillerato. Poco después, en 1962, Copi se instaló definitivamente en aquella ciudad, el mismo año en que Fernando Arrabal (que acababa de romper con el surrealismo, disconforme con el autoritarismo de André Breton), Alejandro Jorodowsky y Roland Topor fundaban el grupo de acciones teatrales Pánico. Copi trabajó desde el comienzo con el grupo Pánico (actuó, incluso, en una puesta de Las criadas de Jean Genet), al igual que Víctor García y Jorge Lavelli (responsable de prácticamente todos los estrenos de sus piezas teatrales). Al mismo tiempo, comenzó a vender sus dibujos en la calle, luego logró colocarlos en pequeñas revistas, hasta llegar a su célebre tira semanal para Le Nouvel Observateur, donde creó su personaje más famoso, La Mujer Sentada. Escribió doce obras teatrales, incluido el sainete en verso Cachafaz (la última que escribió el autor, muerto en París el 14 de diciembre de 1987, a los cuarenta y ocho años, antes de verla representada). Ya famoso como dibujante y dramaturgo, con la novela corta El uruguayo (1972) comienza su producción narrativa. Publicó cinco novelas: El baile de las locas (1976), La vida es un tango (1979, única que escribió en castellano), La ciudad de las ratas (1979), La Guerre des Pedés (1982, aún sin traducción al castellano) y La Internacional Argentina (1987). Además reunió sus relatos en dos recopilaciones: Las viejas travestis (1978, donde se incluye “El uruguayo”) y Virginia Woolf ataca de nuevo (1984). Los argumentos de Copi son imposibles de resumir porque son casi imposibles de recordar: las catástrofes se suceden, los personajes proliferan (liberados de toda carga psicológica) y mutan hasta volverse irreconocibles. En El baile de las locas, por ejemplo, todo está sucediendo en ese Teatro Total de la Homosexualidad a una velocidad de vértigo (travestismo, sadomasoquismo, drogas, casamientos, amputaciones, muertes violentas), sin otra lógica que la de la escritura como un valor puro y, a la vez, político.
La obra de Copi, apenas considerada por la crítica argentina (periodística o académica), recién en los últimos años atrajo la atención sistemática que, desde el comienzo, se merecía.




Por Daniel Link

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