Tango homosexual y homofóbico

(…) recuerdo aquellos primeros tangos sin letra o con letra obscena, y recuerdo también haber visto bailar- estoy pensando en este momento en la esquina de Serrano y de Guatemala-, haber visto bailar el tango al compás del organito por parejas de hombres, de hombres porque las mujeres no querían participar en un baile cuyo origen conocían. Y recuerdo aquella sentencia acuñada por Lugones: “El tango, ese reptil lupanar”. Quiero admirar la precisión de la palabra “reptil” en que están las quebradas y los cortes, lo sinuoso del baile (…)
JORGE LUIS BORGES


En la Historia de la homosexualidad en la Argentina, Osvaldo Bazán narra como el tango y los homosexuales compartieron espacios y persecuciones en tiempos de marginalidad. Estos dos ámbitos estuvieron fuertemente hermanados cuando el tango se bailaba todavía entre varones. “Entre 1890 y 1910, nace el tango en todo el bajo fondo de la zona sur, al que se le tenía mucho miedo. Ahí estaban los tipos que se comunicaban en lunfardo, en una especie de jerga, cuasi-delictiva. Allí estaban por un lado los compadritos, que eran según las crónicas de la época, como amariconados en su manera de vestir, de caminar, con los tacos altos, y que tenían una relación muy particular con lo que eran sus mujeres. Según lo que decía Francisco De Veyga, el médico amigo de José Ingenieros, todos los lunfardos habían tenido una iniciación homosexual, y que para ellos la relación con la mujer no era una relación de amor, sino de interés, porque la mujer trabajaba para él (de ahí viene que sea “la mina”, de donde saca el sustento). Estas minas no eran gráciles niñas, eran mujeres que llevaban una daga en la liga y que eran capaces de enfrentar a la policía de un dagazo. Por eso, el componente homosexual y el componente anarquista están en ese primer tango, porque era prostibulario”.

"Buenos Aires era una ciudad de hombres solos, debido a la inmigración", describe Bazán. "La convivencia en los conventillos hizo que los compadritos no tuvieran demasiados prejuicios de compartir su existencia con homosexuales, anarquistas y delincuentes. Eso, que se conoció como 'bajo fondo', fue el caldo de cultivo de la cultura marginal desde la que surgió el tango". Bazán sitúa en la década de 1910 la ruptura entre estos mundos, a partir de la institucionalización del tango y su llegada a los salones del centro. Para hacerse popular, tuvo que hacer un sacrificio, olvidar su origen y volverse homofóbico. La homosexualidad seguiría mucho tiempo más en las sombras, pero su presencia continuaría latente y oculta en el tango de todo el siglo XX.

El trabajo de Bazán despierta polémica en el ambiente tanguero. José Gobello, presidente de la Academia Porteña del Lunfardo, dice que "El vínculo de la homosexualidad con el tango es una total falacia. A lo largo de la historia fueron muchos los cantantes, músicos y compositores sobre los que se corrieron rumores acerca de una supuesta homosexualidad, entre ellos el propio Gardel, pero en su gran mayoría eran totalmente infundados. Por su puesto que han existido casos puntuales, como en cualquier otro ámbito, pero no es correcto el pretender que el circuito tanguero tuviera algún tipo de relación particular con la homosexualidad. Varios autores han querido ver en la época que el tango se bailaba entre hombres alguna connotación del tipo sexual, cuando en realidad la principal razón es que el género todavía estaba muy mal visto socialmente y las mujeres tenían casi prohibido bailarlo en público y por eso la gimnasia del baile se practicaba entre hombres. No es más que una mitología".

R. R. R.

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