Reportaje a Matías Feldman

“Es impresionante la cantidad de obras que hay. No se entiende bien por qué, ya que no se gana plata haciendo teatro…
...es difícil hacer una obra, y es por esto que no comprendo por qué hay tanta cantidad de espectáculos. Parecería que todos pueden escribir novelas o dramaturgia. Creo que, en algún punto, se malinterpretó algo del teatro de Buenos Aires, se malinterpretó la gran fuerza que había para hacer teatro con poco. Con poco era y es con poca producción, poca escenografía, pocas condiciones materiales, pero no con poca técnica, estudio, indagación o reflexión. Me parece que se está viendo mucha cantidad y muy poca calidad. No veo riesgo en casi ninguna obra. Este fenómeno es raro y no hay mucho público para tanta cantidad de oferta, ni tantos espacios para esa cantidad. Creo que hay algo que va a colapsar o ya está colapsado”. Con estas palabras, abre la charla el entrevistado.
- ¿Por qué te parece que sucede esto?
-Tengo una mirada muy crítica de mi generación. Creo que nos condena la imagen que tenemos de nuestros maestros. En mi caso el maestro es Rafael Spregelburd. A ellos, a los maestros, les ha ido muy bien y han podido legitimarse y tener un lugar interesante, con sus problemas, me imagino, pero en buenas condiciones. Creo que nuestra generación está todo el tiempo intentando llegar a ese lugar. Por suerte yo estoy tratando desde hace unos años de correrme un poco de esto, pero creo que la mayoría, lo que menos va a intentar es indagar en algo no conocido, arriesgarse. Me parece que últimamente se va hacia lo seguro. A todo esto se suma un modo de producción delirante, que, además, no es propio. No está la figura del productor, se piden subsidios que nunca salen o salen mucho después. Yo como director coordino los horarios del grupo, pongo plata de mi bolsillo, realizo la escenografía. Tengo que ser asistente, productor, director, dramaturgo. Es como mucho, ¿no?
- ¿Qué hace que sigas haciendo teatro?
-No lo sé. Muchas veces me pregunto por qué sigo. Creo que el teatro en esta ciudad generó un nivel de indagación en los ‘90 muy interesante. Como no había plata, lo único que importaba era indagar o divertirse. Lo que me tiene más agarrado a hacer teatro, es mi obsesión por el proceso creativo. Eso me mantiene en pie. Y también creo que no me va mal, ya que hago obras y puedo conseguir salas donde hacerlas. Por momentos cuesta mantenerlas, las condiciones no son muy buenas, pero vivo del teatro de manera indirecta, por mis alumnos. Digamos que estoy en un lugar privilegiado, porque hace mucho que hago obras y me fui legitimando desde abajo como todos, ¿no? Pero el tema es que veo que se quiere dar el salto. Se quiere ser legitimado a toda costa desde los lugares de poder como la prensa, los críticos, los propios pares, el Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires, etc. Entonces parece que de lo que se trata es de pegarla, en el sentido de ser legitimado y que te digan: “Vos sos el nuevo Spregelburd”. Veo que hay obras que sólo buscan eso. Dentro de este panorama, hay espectáculos que pueden estar muy bien hechos, regular o mal, pero no veo riesgo. El autor, el actor o el director buscan todo el tiempo ser considerados talentosos. Y al buscar esto, el proceso creativo queda por detrás. Veo que hay un concepto muy capitalista de fondo: éxito Vs. fracaso. Si las cosas más retrógradas ya las hacen la televisión y el cine, ¿por qué el teatro también se tiene que hacer cargo de eso? Sería interesante aprovechar, ya que el teatro no genera dinero, su posibilidad de indagación.
-¿Qué pensás de lo que ocurre con los espacios teatrales?
-Hay varias aristas por donde entrarle a esta situación. Por un lado esta gran cantidad de obras que hay. Por el otro, el tema de los espacios, cuyos dueños interpretan que, porque hay muchas obras, hay que darle menos tiempo a cada una y meter todas las que se pueda. Creo que habría que darle más tiempo a cada una y poner menor cantidad. Las salas se tienen que hacer cargo de organizar mejor la cosa y lo que no veo de parte de éstas, es una intención de trabajo en conjunto. Dan el espacio, pocos ensayos y si no viene mucho público tenés que irte. No hay una apuesta al trabajo. Creo que si a las obras les va bien, a las salas le irá mejor y que si tienen obras de mejor calidad, la sala se revalorizará. Debería haber más apoyo de las salas hacia las obras. Lo que está separado es el teatro del lugar. Por otro lado, los que se ocupan de hacer la prensa son los mismos hacedores de las obras. Es rarísimo esto. El de la prensa es otro gran tema… Sería muy bueno ponernos de acuerdo actores, directores y dramaturgos y no hacer prensa por un tiempo u obligar a que bajaran los precios.
-¿Cómo ves a los espectáculos a partir de esta problemática que marcas?
- Con respecto a las obras, creo que sigue estando bueno ver a los maestros más que a los discípulos. Ellos tuvieron mucha suerte, otras condiciones. Los festivales vinieron en busca de ellos, había producción, el propio Teatro San Martín creó un grupo como el Carajají y actualmente eso es imposible. El San Martín no le da ni bolilla a la gente joven, salvo, un poco, con el Ciclo Biodrama, pero eso no puede satisfacer todas las posibilidades. Nosotros nos encontramos con una época mucho más difícil que nuestros antecesores y veo una desesperación muy grande en las obras por ser valoradas, legitimadas por estos lugares de poder. De a poco, el modo de producción, que va muy a contrapelo de las condiciones, va generando la pérdida del riesgo. De hecho, creo que está bueno jugarse por algo que esté mal, si por lo menos se arriesga. (...)

23/08/2007 Por Sonia Jaroslavsky (Alternativa Teatral)

Para ver la entrevista completa entrar a:
http://www.alternativateatral.com/ver_nota.asp?codigo_nota=179

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece muy bien que matias lea, entrevistas de Müller. Todo lo que dice que está mal, él lo hacía la última vez que lo ví, pero me alegro que lo haya entendido y que esté buscando. Saludos